miércoles, octubre 22, 2014

Testigo de Dios

Santa María, Testigo de Dios:
Tu hijo carnal, es divino sin más.
Dios de Dios, porque Dios te lo dió.
Tu Fé te salvó para proteger tu humildad.

Dios en la tierra de tí partió.
Y en familia creció bajo la expectación.
San José, observando..., casi enmudeció.
Ambos dos, en plena dedicación.

Testigos de Dios, ¡y lo criásteis en vuestra era!.
¡Qué gracia hacía su gracia en la alacena!
éste niño... qué divino era...
Y siguió siéndolo hasta la última cena.

En la Verdad y en la Vida estaba encaminado,
pero nunca molestaba más que otros niños criados.
Jugaba y estudiaba, conocido y admirado.
María, asombrada, se guardaba sus guiños amados.

De mayor le gustaba la fiesta y el vino,
pero siempre en alegría y armonía con el mundo...
y llegó la boda de Caná..., !y se acabó el vino!.
Y va su madre y lo provoca, ¡para ayudar al mundo!.

Agua en vino convirtió. El mejor de la reunión.
Éste Jesús qué sorpresa nos dió.
Y María, testigo de Dios, tranquila se quedó.
Iros con Dios, hijo mío, y cumplir lo que él ideó.



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