María,
que
paciencia,
por Dios, madre mía,
qué paciencia.
Desde el
cielo estas dispuesta a echar una mano,
y en la
tierra sólo te vemos hierática esperando.
Y mientras vamos
entendiendo con la experiencia,
casi ya no
sabes cómo hacer notar tu presencia.
Quieta en tu
escultura lloras sangre si hace falta,
para que el
mensaje de tu hijo no se eche en falta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario